zumo de naranja con un poco de limón ácido

Hay historias de amor como para escribir varias novelas y un par de best Sellers, todas las historias se pueden asemejar pero no ser iguales, empezar igual y terminar diferente, tanto la tuya como la de tus allegados.

He tenido varias relaciones, como todo el mundo, tanto con naranjas, como con limones, y con manzanas, peras, y plátanos soy muy versátil, cada una de esas relaciones me ha hecho mejor persona, más selectiva, más fuerte y más madura, cada una de esas historias ha tenido su final motivado por diferentes causas, los celos, posesión, inseguridad una de ellas, la otra la obsesión y otra simplemente me deje querer, también he pasado por el desamor, y es jodido, por que de pensar que esa persona es lo más importante de tu vida, a darte igual y no querer tenerla en tu vida, hay distintas fases que te llevan a ello, dolorosas evidentemente.

Sobre el desamor, se han escrito libros y se escribirán, desde distintas posiciones, desde lo dramático tipo Shakespeare hasta lo cómico como se pueden apreciar en distintas películas de Woody Allen, y la infidelidad el tema por excelencia, yo no lo he sufrido en carne propio (lo estoy comprobando tocándome la testa), que yo sepa, ninguna de mis relaciones me han puesto los cuernos, y avergonzándome he de reconocer que yo sí, si es que se le puede llamar infidelidad el aprovechar las ausencias del noviete de turno, para con premeditación, alevosía y lujuria, acostarme con el impresionante conejo de peluche tamaño natural que me regalo el maravilloso novio en una de esas tómbolas, claro que el pobre se extrañaba de que al peluche le bautizará como Oscar (es que era de premio) y de que incluso lo saludara al verlo.

Lo que digo, siempre tenemos cosas que ocultar, el final triste de Oscar fue traumático, me obligaron compinchados a llevarlo a una tintorería y regalarlo a una de las niñas de la Iglesia del barrio, en fin, espero que a la niña le diera igual o más felicidad de la que gocé yo.

Tiene que ser una putada llegar a casa y pillar a tu naranja comiéndose un limón o metiéndose un plátano, no sé como reaccionaria yo, imagino que cogería la licuadora, o a Ana Botella para que haga su famosa teoría de la fruta y castigara a cada cual en su rincón.